Tu historia me da esperanza

Aunque Tu historia me da esperanza tiene su sector especial en esta web (podés fijarte en la sección proyectos), quería dedicarle un post en el blog compartir una perspectiva más personal sobre el proyecto y lo que significó para mí llevarlo a cabo en 2024.
El proyecto
Tu historia me da esperanza es una campaña de prevención del suicidio basada en la recolección de relatos anónimos de personas que atravesaron una crisis suicida y lograron recuperarse.
Al diseñar el proyecto, mi objetivo fue dual:
Por un lado, quería contribuir a visibilizar la problemática del suicidio. Mi intención era que las personas que estuviesen pasando por una crisis pudieran sentirse menos solas al leer los relatos. La idea era que supieran que no eran las únicas atravesando un dolor tan intenso que las llevase a considerar terminar con sus vidas. Quería que los testimonios les brindaran la esperanza de que es posible construir una vida que valga la pena ser vivida, como diría mi ídola personal, la Dra. Marsha Linehan (más adelante se viene un post dedicado a ella y la increíble labor que ha venido realizando a lo largo de su carrera).
El otro lado de lo que buscaba lograr era ofrecer a las personas que han superado una crisis suicida un espacio para resignificar sus experiencias. Que transformaran lo que fue un momento profundamente doloroso en sus vidas en algo capaz de inspirar y ayudar a otros. En algo que, incluso, podría salvar vidas.
La implementación
Aunque la idea surgió por lo menos un año antes, fue en 2024 que decidí implementar el proyecto, sabiendo que iba a ser un desafío grande equilibrar la labor que se requería con el resto de mis actividades como mamá, profesional y como ser humano, en especial al hacerlo sola.
La implementación se dio en dos fases, la primera fue durante todo el mes de agosto. Aquí se recolectaron los relatos y se promocionó el proyecto con fondos propios, con una meta de obtener por lo menos 15 historias de esperanza. Esta meta se sobrepasó: 18 personas se animaron a compartir sus experiencias a través del formulario virtual anónimo. Después, durante todo el mes de septiembre (en el marco de la campaña «Septiembre Amarillo, Mes de Concienciación de la Problemática del Suicidio de la OMS) los relatos fueron compartidos por medio de las redes sociales.
En lo personal, la segunda fase fue la más complicada, ya que implicaba un ritmo de posteo constante, así como la edición respetuosa de los relatos de forma que se omitiesen detalles que podrían resultar detonantes para algunas personas o llevar a la identificación de los participantes.
Los resultados
De los 18 relatos recolectados, 17 fueron publicados, ya que uno de ellos fue identificado como un llamado de ayuda en el que la persona aún se encontraba atravesando una fase crítica.
Las publicaciones con más interacciones llegaron a alcanzar a casi 68mil personas según las estadísticas de instagram, un logro que hasta el momento me parece increíble para una cuenta de apenas 374 seguidores. Esto solo se logró gracias a las personas que compartían el contenido en sus historias y posteos.
Del proyecto, todavía me queda pendiente procesar los datos de investigación, puesto que los relatos proveídos por los participantes contienen información muy valiosa que, espero, nos pueda ayudar a identificar cuáles son algunos de los factores que las personas que atraviesan una crisis suicida consideran como los que más les sirvieron de ayuda en ese momento. Ese es un objetivo que tengo para los primeros meses de este 2025.
¿Y este año?

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